Cuántas veces habremos oído esta nueva tendencia de los libros de autoayuda y de los seguidores del libro “El Secreto” o de Coelho: “cierra los ojos, deséalo con todas tus fuerzas y al final aparecerá en tu camino”.
¿Es esto cierto?
Pongamos un ejemplo: Un bonito día me dejo las llaves de casa dentro. “¡Qué mala suerte!” Pero.. ¿es cierto que si deseo con todas mis fuerzas que se abra la puerta, finalmente ocurre? ¿puede ponérseme sola la tostadora en marcha cuando pienso con todas mis fuerzas en una tostada al despertarme?¿y si lo pienso todos los días?
Bien, esta tendencia de pensamiento se denomina “pensamiento mágico”, y es un error de pensamiento. Todos los errores de pensamiento magnifican las emociones negativas, si bien quizá no a corto plazo, a largo plazo seguro. Pongamos el ejemplo de pensamiento mágico en otra situación:
Una madre espera con ansia la llegada de su hijo a casa. Éste ha salido de marcha, y ella cree que le pasará algo si ella se queda dormida o si no se queda despierta preocupada en el sofá. Otro ejemplo puede ser el de alguien que piensa que tiene que estar todo el día preocupado esperando el resultado de un examen. O porque un familiar está enfermo.
La única parte de realidad en la frase “si quieres algo con mucha intensidad y si te concentras mucho en ello, finalmente lo consigues”; es la parte en que yo me dedico a ocuparme del problema y a buscar soluciones al respecto, tanto para aliviar mi malestar como para resolverlo. Esta frase puede ayudarnos a poner en marcha todas las estrategias que están bajo nuestro control para resolver un problema actual. Motivarnos supone poner más recursos en el alcance de una meta.
El resto, solamente trae preocupación. Como ya sabemos, las preocupaciones no nos sirven para nada. Nos sirven las ocupaciones. El pensamiento mágico, a parte de no funcionar, propicia las rumiaciones (o pensamientos que se repiten una y otra vez en la cabeza). Esta forma de pensar también propicia la creencia de que preocuparnos sirve para algo, lo cual es dañino para nosotros, y a su vez genera que la preocupación, al dar vueltas en nuestra cabeza conlleve a la subida de los niveles de ansiedad y esta ansiedad junto con el descenso de la capacidad de concentración nos impida ocuparnos realmente del problema y lograr nuestra meta.
¿Qué puedo hacer?
Muchas de las cosas que dicen ser “científicas”, no tienen por qué serlas. Ni tampoco las que tienen muchos seguidores. Recuerda que Hitler tenía muchos seguidores, pero no estaba en lo cierto.
1. Pararme y observar mi pensamiento. Entrenarme en detectar y ser consciente de que estoy teniendo un pensamiento mágico.
2. Utilizar estrategias para las rumiaciones, distraerme.
3. Apuntar mis preocupaciones en un folio. Organizarlas.
4. Buscar cómo solucionarlas.